Nos toca vivir tiempos en los que ya
nacemos muy viejos, nos queda el cruel consuelo de no mirarnos nunca al espejo.
Nos cuesta levantarnos y en la misma cuesta caemos ¿por qué nos cuesta tanto? mejor quedarse
siempre en el suelo.
Se nos cambia la mirada cada vez que
se nos rompe el alma, se nos quitan todas las ganas, siempre esperamos que
llegue el mañana.
Me
quedaré con muchas ganas de verte, vacía y sin aliento
estaré a punto de encontrarte. Cuando se acabe el tiempo volveré, cuando no quede nadie; a ver si están los restos de la que
fui… pero esa nunca vuelve.
En mentiras creemos, nos limitamos a pensar que somos buenos.
Nunca nos preguntamos, solo hablamos, reímos y a veces lloramos.
Cuando nos conocemos empezamos a pensar
lo que está pasando, y miramos más lejos y miramos donde nunca habíamos mirado.
Se
nos hace corto el tiempo cada vez que el corazón se embala,
se nos pasa la vida
entera, buscando aquella eterna mirada.