Ser instinto y libertad

domingo, 29 de noviembre de 2020

ya no estás pero me gustás igual

 ¿Ustedes también se dan cuenta del desastre que es su vida cuando no se pueden dormir?

No sé si me consuela saber que no soy la única, porque eso no haría que mi vida deje de ser un desastre.

Acompañenme a ver esta triste historia. 

Tengo 24 años. Como toda adolescente soñadora e idealista, soñaba estar viviendo sola y con el trabajo de mis sueños a esta edad. Nunca me proyecté hijes ni parejas al lado. Me hubiese gustado no ser heterosexual.

Volvamos al presente. Tengo 25 años, eso lamentablemente no cambió. Hace 8 meses que estoy viviendo una pandemia a la que me gusta echarle la culpa de todos mis males, cuando probablemente no los tenga. 

Allá cuando era adolescente ni me imaginaba que mi mamá iba a seguirme hasta el baño y abrirme la puerta para seguir contándome un chimento de la tele. Menos pensaba que mi papá podría volver del bar medio picado y enojarse cual niño de cinco años porque "no es sustancioso lo que hay para comer". 

Tal vez no me imaginaba todo eso porque ya me pensaba viviendo en lugar lejano con mis sueños acuestas y mi independencia. 

Capaz la culpa de todo la tiene mi imaginación....

te alejás más y más

 Anoche no me podía dormir y de pronto me encontré llorando.

Lloraba en silencio, despacito, como si fuera que si nadie nota las lágrimas, no existen. Me gusta pensar que eso puede pasar. 

Pero no pasó, porque él se dio algo de cuenta. Me preguntó "¿Estás bien amor?" 

- "Si, claro. Tengo la nariz tapada nomás y me cuesta respirar por eso"

- "Creo que no tengo gotitas... pero ¿querés que me levante y busque? seguro algo encuentro" (o algo así).

- "No, tranqui, gracias. Ya se me pasa". NO TUS GOTAS NO ME VAN A HACER NADA PORQUE NO TENÉS GOTAS MÁGICAS PARA QUE LAS COSAS SEAN DIFERENTES. 

Algo así deben pensar los guionistas cuando arman series o novelas. 

La diferencia acá es que nadie puede leer mis pensamientos, como si fuera un personaje de ficción. Y qué bueno que así sea, porque me daría mucha vergüenza que alguien estuviera viéndome llorar.

Me gustaría tener un buen cierre para esta entrada, pero no lo tengo. Y se suma a la lista de cosas que ansío y nunca alcanzo.

"Ya no hay buenos días Bart, solo días"



domingo, 15 de noviembre de 2020

¿Qué es la vida?

Me levanté con esa pregunta de la siesta.
Miro a mi alrededor. Los domingos todo parece edulcorado. Ese ese gusto que se parece a algo que en realidad no es. Que si te pasas es re dulce e invasivo, pero si ponés poquito sentís que le falta algo y que no es lo mismo que el azúcar. 
Los domingos tienen mala fama. También muy buena. Me debato muchísimo entre esas dos, porque a veces quiero pensar que son hermosos y otras simplemente llega esta hora y entiendo el por qué de la mala fama. 
Creo que la vida es un poco como un domingo eterno, un domingo en loop. Un loop de domingos. 
Diría que la vida es despertarse en el sillón sola, habiéndote dormido en un abrazo. La vida es un griterío familiar, todes queriendo hablar a la vez. Un vinito y algo rico pero en exceso. Las ganas de salir y de quedarse. De tirarse a descansar y disfrutar de hacerlo, porque es domingo. Pero de pronto dormir mucho te hace pensar que arruinaste el momento: hay que aprovechar cada segundo del día para volverlo productivo y hacer todo eso que no hacés en la semana. 
Me gusta pensar que la vida es un domingo, porque tal vez algo de mí todavía cree que después de siete repeticiones tengo la posibilidad de volver a vivir. O quizás, porque tengo la sensación de que no importa lo que haga, pero siempre voy a estar compelida a atravesar domingos, atrapada en la cómoda repetición de lo que me hace bien y de lo que me hace mal. 
Porque el domingo es alegría o es tristeza, es como la navidad. 
Porque el domingo es todo o nada.
La vida es todo o nada. 
O tal vez solo yo lo sea.


Quiero unos lentes de flores para mirar el mundo, y verlo siempre floreciendo.