Cuando me siento así tan como el orto, pienso que no necesito muchas cosas para volver a estar bien. Soy más simple de lo que creo y menos de lo que parezco. Un abrazo. Llorar un rato largo. Sostener el abrazo. Un rollo de papel higienico o servilletas al ladito.
En la cabeza se me cruzan mil cosas.
En estos momentos me planteo que nací para estar sola, porque no puedo ser tan dependiente. No puede ser que una persona tenga el poder de determinar mis sensanciones diarias.
Pero también me planteo que lo intenté y no funciono.
Me abracé a mis contradicciones. Pero a veces necesito ser un poco más blanco que negro, o más negro que blanco. Porque este balance nada balanceado no es un buen amigo.
