Ser instinto y libertad

miércoles, 30 de agosto de 2017

debería dejar de llenarme de por qués

¿Qué nos pasó?
¿Dónde está todo el amor que me regalabas? ¿Ya se te gastó?
¿Me lo quedé todo? ¿Me lo acabe muy rápido?
¿Por qué no podemos amar todos de la misma manera? 
¿Por qué no todos podemos ver lo bueno antes que lo malo en el otro? 
¿Por qué nos cuesta tanto poner las cosas en palabras? 
¿Por qué nos cagamos siempre en esas personas que nos son incondicionales? 
¿Por qué esquivamos a quienes nos abren los ojos? 

¿Por qué el amor es tan puto?

domingo, 27 de agosto de 2017

norte y sur

Nunca quisiste tener novio porque eras una mujer independiente. No necesitabas (ni querías) nada de nadie. Podías defenderte vos misma, volver sola a tu casa de noche, pagarte tus birras, organizarte tus viajes y tomarte el palo sin necesidad siquiera de contarlo. Podías hacer lo que querías, porque la convicción de que eras LA mujer independiente, era tuya y nada más que tuya.
Pasó el tiempo y empezaste a pensar que capaz no eras independiente, que en realidad estabas sola. Que estabas más que muy sola. (Ahí deberías haber entendido que tenías el arte de transformar lo negativo en positivo, pero elegiste ver la parte de atrás de la hoja).
Cuando ya empezaba a asfixiarte la soledad, cuando era insoportable convivir con tu silencio, te diste cuenta que tampoco estabas tan tan sola. Y entonces el mínimo interés por vos lo fue todo. Te encontraste yendo a cargar crédito para avisar que habías llegado bien, inventando mil excusas para tener más ratos para verlo. Te sentiste querida y cuidada aunque no querías (o si) y todavia te hacías la dura. De repente te enamoraste, y casi sin darte cuenta amaste por primera vez, cómo nunca pensaste que vos podías (capaz sí sabías que podías, pero nunca pensaste que ibas a querer hacerlo).
Y después ya no entendiste más nada. Te esforzaste en poner a los ojos de todos lo que tus ojos veían: el bombón de la novela que venía a salvarte y dejar la vida por vos. Sin saber cómo ni por qué te enamoraste de esa persona que nadie entendía (y que ni vos tampoco). Te encontraste queriendo transformar a tu opuesto en un complementario. O te convenciste de que podías. Y lo podías todo, porque tu amor era tan grande que nada lo iba a hacer cambiar. Te convenciste, una vez más, de que eso querías para tu vida.
Pasó el tiempo y la vida te gritó, te dejó mil llamadas perdidas, te llenó la casilla de mensajes, pero vos nunca escuchaste, nunca quisiste atender. Nunca quisiste ver que tu exceso de amor te estaba llevando por un camino que no era el que vos querías para tu vida.
Y fue tan grande tu negación, tu amor, tu servicio (o tu estupidez), que sabiendo que no era lo mejor para vos, volviste cuando podrías haber huído para siempre.
Después de cuatro años estás otra vez acá. Sin entender mucho nada, siendo una mujer independiente, y amando un montón.
Amando tanto que no te importa tener el corazón roto y mal pegado, porque una vez más, vos sos independiente y no necesitás que nadie te ayude a pegarlo.


Antonella
cualquier parecido con mi realidad, es pura coincidencia.