Ser instinto y libertad

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Hubo un tiempo que fue hermoso

La paz la miro desde un mirador. Poco a poco la cabeza se empecina en limpiar hasta el más mínimo vestigio (por más insípido que sea) de cualquier sentimiento que pueda atentar contra su necesidad de generar la actividad cerebral.
A veces pienso que mi cabeza estaría algo así como en una democracia formal, declarada clandestinamente en paz armada. A veces no es necesario un resultado para entender o decidir quien jugó mejor un partido, no es más que un mero dato, una información sin vida, despojada de valor, inerte, absurda, desabrida, polémica. 

A veces es necesario respirar. Sentir. Respirar. Vivir. Reir. Volver a respirar. A veces pensar es secundario. 
Hoy pensar es un trimestre archivado, una foto guardada en un cajón, un tapado de invierno. Hoy va a hacer que mañana me arrepienta. Hoy va a dejar que mañana conozca lo que mi filtro decantó, lo que fui, lo que soy, lo que quiero ser. Hoy no existe más, porque hoy es eterno. 

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