Ser instinto y libertad

lunes, 16 de abril de 2018

A dónde van los juguetes perdidos?

Sigo pensando que de alguna forma estamos conectados.
Mientras no nos olvidemos, mientras nos guardemos en la mente (pero más que nada en el corazón) vamos a estar siempre unidos.
Y pienso en que qué bajon es eso. Pero una vez más, me repito que ya voy a aprender a vivir con eso. O no. ¿Cuánto más voy a aguantar en esta posición?
Me llamaste. Y una vez más yo estaba búscandote. Y estaba buscandote muy fuerte se ve, porque te pensé con todas mis fuerzas a la mañana, y a la tarde ahí estabas vos.
O ahí no estabas. Porque nunca estuviste. Y porque no estás.
Pero ya no estabas en mis recuerdos, estabas en mis palabras. Estabas en mis mensajes. Porque me llamaste y no pude evitar pensar en hablarte. Porque no pensé que me necesitabas ni que me querías, porque entendí que me estabas stalkeando y se te fue la mano.
Y estamos tan lejos, que siete meses después, me pongo contenta porque a vos también se te da por stalkearme alguna vez. Porque capaz que no me bloqueaste de las redes porque ya no me querés más, porque capaz entendiste lo mal que me hacés y lo feliz que puedo ser sin vos.
Y en realidad creo que no es que soy feliz, sino que estoy bien. Estoy bien, estable, equilibrada, ¿encaminada?. Pero feliz de a ratos (¿qué no es eso la felicidad?). Feliz era la vida cuando me hacías serlo sin saber por qué, cuando todo lo demás me demostraba que no había motivos para serlo, pero yo podía serlo igual. Feliz era de a ratos, cuando me abrazabas y a pesar de saber que tenía que dejarte ir, que otra vez iba a volver a pasar lo mismo cuando me soltaras, me llenabas el corazón.

Qué feo y qué bueno que seas un recuerdo, nada más.

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