Ser instinto y libertad

martes, 3 de marzo de 2020

A cada chancho le llega su San Martin

Hace un tiempo pensaba que el amor era giladita. Creo que no lo pensaba, lo sentía.
Siempre tuve ese temita de los divorcios constantes, no se me da mucho eso del sentipensar, o se me da en exceso. El punto es que vengo pensando, profesando y militando el amor como construcción no idilica, rompiendo los estereotipos del amor romántico, heteronormativo, monogámico. Pero nunca lo había sentido efectivamente así. Y más allá de la estética, de lo superficial: precisamente nunca me "enamoré" de un Brad Pitt.
Desde esta nueva etapa siento que ahora entiendo lo que efectivamente debía sentir cuando decía todas esas cosas sobre lo que era para mí el amor. Siento que siento el amor como lo pienso. Tal vez me convencí, tal me obligué, tal vez mi cabeza es tan poderosa que lo logré. O tal vez tengo que asumir que después de todo, tanto ir y venir, tanto miedo, tanta negación, tanta insistencia, se explica por una sola cosa: un sentimiento.
Después de todo lo caminado hoy disfruto que me des la mano. Ya no entro en pánico, tampoco quiero que lo hagas y no lo haces, hoy nos la damos sin pensarlo. Tal vez es eso. Que los caminos se cruzan y se encuentran. Y lo hacen cuando tienen que hacerlo.
Creo que todo este sentimiento a flor de piel me interpela, porque no le encuentro explicación. Después de dos años y medio hoy me agarra la locurita mediática. Hoy quiero salir corriendo a decirle a todxs que tengo alto compa. Que tiene un millon y medio de limitaciones y que es re especial pero que es una masa. Hoy subiría 27 fotos en instagram con frases intelectualmente gomas.
Capaz dejé de replantearme quien me muestro ser para entender que soy, para escucharme más, para juzgarme menos, o para seguir juzgandome pero entendiendo que quienes quiero a mi lado no van a hacerlo.
Pensaba que de tanto jugar a la malota me volví un poco una piedra. Y en realidad, soy un poco una piedra. Una piedra sensible. Un bloque de hielo que se derrite hiper rápido, que enfría un ratito y cuando es necesario nomás. Y que queriendo o no queriendo, siempre voy a ser este manojo de sentimientos.
Acá quedaría bien un te amo, que para mi es lo mismo que apoyar mis pies sobre tus piernas, desde la silla del al lado, mientras cada uno hace lo suyo, que en algún punto es (y será) lo nuestro.

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