Esperas un domingo de lluvia para que te abrace fuerte, para mirar todos los capítulos de la serie y que alguno de los dos se quede dormido antes de que terminen.
Pero no pasa.
Y después te das cuenta que no querés que te quiera solo un domingo de lluvia, o una siesta.
Querés que te quiera los lunes de frío, los miércoles de calor y los viernes de sol. Querés que te quiera a la mañana, sin el desayuno, llegando tarde, antes de dormir, en los mates de la tarde, o incluso, durmiendo.
Pero sos vos nomás la que querés.
La que querés (y querés que te quieran)
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